El sábado, al acabar el partido del Sardinero, el pesimismo se apoderaba de mi, no se había perdido pero el empate valía de muy poco o de nada. A pesar de encontrarme ya, en el pabellón de la Arena, sentado viendo jugar al Balonmano Gijón Jovellanos, no era capaz de centrar mi atención en el partido, la cabeza no dejaba de dar vueltas a los dos puntos que habíamos dejado volar y que ya no iban a volver. El punto suma, pero el bagaje es escaso para lo necesitados que estamos. Fuimos capaces de ponernos por delante en el marcador, Gregory remató incomprensiblemente fuera el 0-2 y luego ese penalti, absurdo, con el que llegó el empate, un empate con sabor a derrota.
Para colmo, el partido de balonmano, no era ni mucho menos el mejor de los nuestros, siempre a remolque en el marcador, con desventajas de hasta cinco goles y con un arbitraje permitiendo al rival, con jugadores curtidos en mil batallas, ataques interminables sin un sólo aviso de pasivo, en fin que parecía que no iba a ser tampoco el día.
Empezó la segunda parte y la cosa seguía igual, o peor porque cada vez quedaba menos tiempo y cada vez que nos acercábamos en el marcador, ¡zas! un par de errores y otra vez cinco y hasta seis goles abajo. Un poco mas centrado en lo que estaba viviendo, y después de otro contraataque al palo, le dije a mi mujer, "nada, hoy no hay nada que hacer, no estamos pa ello", lo de Santander me rondaba otra vez por la cabeza.
Pero resultó ser que no, que esos chavales que juegan en la Arena, con la inestimable ayuda de una afición, que como en el Molinón, siempre está ahí, siguieron creyendo, tuvieron fe en la remontada y gol a gol, defensa a defensa, el marcador se fue apretando. Llegó ese último minuto de locura, con uno abajo, con imprecisiones de unos y de otros, y en el último suspiro, sobre la bocina, el gol del empate, un empate emocionante, diferente, con sabor a victoria.
La conclusión que quiero extraer de todo esto, y la que quiero transmitir a los sportinguistas que leáis esto, es que por muy mal que estén las cosas, que lo están y el sábado en el partido de la Arena lo estaban, mientras haya tiempo, mientras haya minutos, mientras queden puntos, todo es posible, hay tener fe en ello y no bajar los brazos. Si los que estaban el sábado en la Arena los hubiesen bajado, ahora yo no estaría hablando de esto.
Queda mucho, el objetivo está cada vez mas lejos, pero se puede y no es imposible, todos tenemos que creer en ello, los primeros los futbolistas, sólo así será posible.
LA FE MUEVE MONTAÑAS, TENGAMOS FE.
¡¡¡¡Vamos GIJÓN!!!!
¡¡¡¡PUXA SPORTING!!!!
¡¡¡¡PUXA SPORTING!!!!
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